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jueves, 6 de febrero de 2014

El norte de Cerdeña


(Articulo escrito por Pedro B.) Este verano decidimos pasar unos días en la isla de Cerdeña. Por la extensión de la isla decidimos concentrarnos en la parte norte de la isla, dejando el sur para otra ocasión. Para ser agosto las temperaturas fueron agradables, tan solo en la zona de Alghero la humedad se dejaba notar con algunos grados más de temperatura. Alquilamos un coche para poder recorrer mejor la isla y llegar a los rincones más interesantes. Antes de llegar nos tenía bastante preocupados la forma de conducir que tuvieran en Cerdeña, temiendo que lo hicieran al estilo siciliano, aunque por suerte no fue así. 



Playa de la Pelosa, Stintino

Aparte de que los sardos tienden a tomar las curvas por el centro de la calzada y por la noche se pegan mucho al coche no tuvimos mayor problema al volante. Las dos únicas autovías que recorren la isla son la autopista SS131, que va de norte a sur, y la SP39, que va de este a noreste, el resto son carreteras donde tampoco se puede circular a una velocidad elevada, o bien son de interior con bastantes curvas, o bien costeras con bastantes cedas el paso para la gente que accede a las playas. En la autovía nos quedó la duda de cuál era el límite de velocidad, pues solo está indicado donde está restringido. Preguntando parecía ser que era de 110 km/h, aunque no estaba muy claro, lo mejor era ser prudente.
Nuraghe Santu Antine de Torralba
El Toro en la necrópolis de Sant'Andrea Priu
El trato con los sardos fue en todo momento muy agradable. Son gente cordial y su carácter latino similar al nuestro hizo que el contacto fuera fácil. El idioma no es problema y el inglés realmente solo lo empleamos con otros turistas europeos.
“Paseando” por la garganta de Gorropu
La elección de los alojamientos fue estupenda. Solíamos cenar en ellos y las raciones que ponían era como si se fuera a acabar comida en el mundo, por lo que apenas comíamos al mediodía, era imposible tener sensación de hambre. En el de Alghero los productos artesanos y de producción propia que empleaban marcaban la diferencia, en el segundo se puede disfrutar de la buena comida sarda y en el último el ambiente por las noches alrededor de la mesa común era impresionante.
El merecido descanso en la garganta de Gorropu
Los pocos días que nos apeteció comer algo más completo al mediodía tratamos de buscar sitios un poco apartados del centro turístico, donde solo se vieran turistas italianos y a poder ser lugareños. En Castelsardo entramos en el restaurante pizzería Mistral con una terraza con vistas al castillo y a todas las casas coloreadas que lo circundan, nos comimos unas pizzas que aún me estoy chupando los dedos. Viendo además lo que otros comensales italianos se pidieron hubiéramos vuelto a repetir si nos hubiera quedado de paso algún otro día. En Orosei comimos en Su Barchile recomendados por alguien del pueblo. No me puedo decidir que fue mejor, si la comida o el servicio.
Vista del Supramonte
En el noreste de la isla estuvimos visitando las ciudades, las más bonitas que vimos durante nuestra estancia, todas ellas con sabor mediterráneo y cargadas de historia. Los colores del agua en la playa de La Pelosa son tan impresionantes como su masificación y el precio del parking. El centro histórico de Alghero, y las coloridas ciudades de Bosa y Castelsardo merecen una visita. En el noroeste nos dedicamos a hacer senderismo, en el Supramonte anduvimos por la garganta de Gorropu y con un guía contratado a través del agroturismo por el altiplano hasta la aldea nurágica de Tiscali, ambas rutas no son de gran complejidad, solo la garganta de Gorropu a partir de cierto punto es mejor dejarlo a gente con buena preparación. Alternamos estos paseos con momentos más relajados en las playas de Cala Gonone y Orosei. En el norte visitamos la costa, las interesantes formaciones que el viento ha dado a las rocas de la Costa Smeralda, algunos pueblecitos como Santa Teresa di Gallura y Palau y las playas de Vignola y Cala Sarraina.
Aldea típica de pastores del Supramonte
También hicimos algo de turismo arqueológico, la isla está llena de restos nurágicos de hace unos 3000 a 4000 años. Hicimos un alto en el Nurage Santu Antine de Torralba, es curioso tanto encontrarse semejante construcción en medio de una llanura como encontrar estas formaciones tan solo separadas por unos pocos cientos de metros. La necrópolis de Sant’Andrea Priu con la estatua de Il Toro y las tumbas reconvertidas a iglesias bizantinas también llamaron nuestra atención en Bonorva. No menos curioso es el asentamiento nurágico de Tiscali en la sima que se encuentra en lo alto del Supramonte.
Capo Testa en Santa Teresa di Gallura
Un descanso en Su Gologone
En todo momento estuvimos muy a gusto de Cerdeña. Todas las personas con las que tratamos fueron muy agradables y no nos hicieron sentir como extraños en ningún momento. Nos dejamos mucho por ver, pero eso lo reservamos para otra ocasión. Muchas gracias a Zagara Travel por la elección de los alojamientos y por los consejos que nos dieron para disfrutar de la isla.

Marisa y Pedro

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